La Nochevieja, inevitablemente trae consigo que echemos la vista atrás y hagamos balance de lo que el año nos ha deparado. Eso provoca en mucha gente cierto malestar, cabreo y bajón generalizado.
Entiendo que la vida es muy perra y llevamos ya cinco años de crisis y todoloquetúquieras pero a veces no puedo evitar pensar si no será que tenemos propósitos de año nuevo demasiado elevados o que hay quien piensa que las cosas se tienen que solucionar solas y claro, no viene Campanilla con su polvo de hadas a arreglarlo todo y el año acaba igual o peor que empezó.
No vayáis a pensar que es que yo soy de corcho o que soy una optimista redomada. A lo mejor yo tengo expectativas demasiado bajas o puede que sea que he descubierto que hay muchas cosas que me sobran y que mi felicidad depende en gran medida de mí misma.
El caso es que éste 13 ha tenido de todo. Ha ido a cámara lenta por momentos y esprintó en otros. Tuvo sus malos rollos, sus lagrimones y sus grandes alegrías. Y esa es la gracia de la vida. Que acabe el año y seamos capaces de darnos cuenta de lo que hemos vivido.
Y lo bueno de la Nochevieja es que hacemos reset y podemos plantearnos qué queremos para el año próximo, qué está en nuestras manos que cambie y qué no, qué llevamos en la mochila que podamos dejar atrás para ir más ligeros y cómo queremos hacer el viaje los próximos 365 días.
Ojalá encontréis vuestra forma de hacer reset y, si no se arregla en el 2014, a lo mejor es que toca formatear ;-)
¡Feliz 2014! Donde quiera que estéis...
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